Quise ser clara con ella desde
el minuto cero “Soy una total inexperta en BDSM, tendrás que
explicarme las cosas como si fuera una niña tonta”. Fue en ese
momento que vi por primera vez su sonrisa, y con ella entendí que
delante de mí no estaba una ama del BDSM sino una mujer dotada de
sentimientos y capacidad de empatizar. Vamos, un ser humano normal y
corriente. “Bien, no me va a pegar ningún latigazo”, pensé.
La primera pregunta no la hice
yo, sino ella a mí: “¿Cuándo vas a publicar la entrevista?”.
Desde aquel momento ha pasado más de un mes y ahora, por fin, aquí
están esos 50 minutos de conversación escritos en negro sobre
blanco.
Ama Monika, ¿cuánto tiempo
hace que trabajas en el BDSM?
Llevo 10 años trabajando y colaborando en el Festival Erótico de
Barcelona, y 15 años trabajando como profesional del sector.
¿Siempre has sido ama?
Voy a ser muy sincera: empecé por un tema de dinero. Tenía que
pagar la hipoteca y no me quedaba más remedio que meterme como
señorita de compañía, cosa que con mi carácter no iba. La vida
quiso que encontrara una mujer mayor con problemas de alcohol que
hacía de ama y que me propuso contestar al teléfono y hacer como si
fuera su sumisa. En aquel entonces no tenía ni idea de lo que era
todo esto. Contestaba al teléfono diciendo “Mi señora en este
momento está con un esclavo” y era mentira, estaba más borracha
que otra cosa. Hasta que un día me dije “Bueno, ¿por qué no
puedo intentarlo por mi cuenta?” y así hice. Empecé así, sin que
nadie me explicara nada, de hecho mezclaba sexo con dominación. Fui
aprendiendo gracias a los sumisos que me iban enseñando. Entonces me
llamaba Patricia y me iban diciendo “Mira, tienes que hacer esto o
aquello”; no cogí un libro hasta después de 5 años. O sea,
aprendí sola y con mis esclavos, que de hecho, después de 15 años,
todavía siguen conmigo.
Es decir, desde el primer
momento, aunque no tuvieras ningún tipo de conocimiento, has sido
ama. ¿Nunca has sido esclava?
No, nunca he llegado a ser esclava. El BDSM ha hecho que me
encontrara a mí misma, que descubriera mi carácter y mi verdadera
forma de ser. Cuando la gente que me conocía empezó a enterarse,
tuve bastante movidas y desprecio, pero con el tiempo empezó a darme
igual porque esa era yo y punto. A partir de allí me empezaron a
abrir las puertas de los sitios, conocí personas súper
inteligentes, descubrí que este mundo es muy divertido, que tiene
una amplitud de juegos y aparte me dio una libertad impresionante. O
sea, con el BDSM soy yo misma.
¿Qué relación hay con tus
esclavos fuera del escenario? Cuando te conocí la primera vez, ibas
con dos de tus esclavos…
Sí, y uno de ellos es mi pareja.
¿Y en pareja os portáis con
las mismas dinámicas del BDSM?
No, no sería sano y se confundirían mucho las cosas. Cuando hay una
relación de tiempo ya es como un matrimonio. Creo que a una mujer,
así como a un hombre, le gusta tener a su lado una persona con
carácter, que sabe lo que hace y que no le mande constantemente, es
que sería demasiado estrés. Alguna vez claro que jugamos, también
me ha dado algunos azotes como cualquier pareja, y si nos apetece nos
disfrazamos, hacemos sexo o lo que sea, pero con los demás es
diferente.
¿En qué es diferente? Tengo
un esclavo, desde hace 5 años, con el que nunca he tenido ni tendré
ningún tipo de relación sexual. Nuestra relación es un 24/7. Él
me ve como una Diosa inalcanzable a la cual tiene que respetar y
obedecer en todo momento. Si yo me desnudara, o simplemente enseñara
un pecho, todo ese respeto, deseo que siente por mí se desvanecería
sin más, y pasaría a ser una mujer del montón. Con mi pareja soy
una Diosa convertida en mujer. Ahora te contaré una anécdota
curiosa sobre mi sumiso. En ocasiones habla a destiempo, o pide
demasiado, siendo con ello lo que se comprende como "un amo
pasivo". Pues, hoy con él ha sido un poco curioso en la comida
porque se adelantó a que yo le ofreciera los restos de comida que me
habían sobrado y entonces le puse el plato en el suelo y terminó
comiéndose unas patatas con salsa en el suelo, ahí en el
restaurante delante de todo el mundo. Luego le mandé a sentar y
tenía toda la cara sucia…

¿Nunca te sientes culpable o
te dan penita? Me
daban pena al principio, ¿y sabes lo qué sucedía? Que no lograba
nada. La pena es lo peor que puedes demostrar frente a un esclavo,
así como el miedo. La gente no lo sabe pero hay esclavos que se
pueden volver contra ti, como no les sepas dominar y hables con
coherencia, se te pueden rebotar. Me he llevado varios sustos de los
que he tenido que defenderme en diferentes ocasiones...
¿Me puedes contar algunos de
estos sucesos? Uno,
por ejemplo, me levantó la mano, pero tuve capacidad de pararle y
decirle: ¿Pero qué estás haciendo? A mí no me levanta la mano ni
Cristo”. Entonces le mandé de rodillas, le pisé la cabeza y le
puse el tacón por los oídos diciéndole “Vas a recibir la mayor
paliza de tu vida”. Le di con la fusta en el culo y después le
mandé que se bajara los pantalones, que se hiciera una paja, que se
corriera en el suelo y que lo lamiera todo. Cuando acabó, le dije
que se fuera de rodillas con los pantalones bajados hasta la puerta y
adiós, muy buenas. Y me dijo “Es usted muy buena ama”. Hubo
otro, cuando ya destacaba como ama, que me levantó la manos dos
veces y me dijo que a él también le gustaba pegar, así que le dije
“Qué quieres, ¿que te de bien por detrás?”. Pues le cogí, le
puse a cuatro patas, saqué un consolador, un escupitajo sin
lubricante ni nada y para adentro en seco, y cuando terminé le dije
“¡Vete!”. Lo que te quiero decir con todo esto ,es que si una
mujer se quiere prestar como ama, tiene que tener carácter, mucha
frialdad e ir con mucho cuidado, ya sea con lo que haces con los
sumisos, o con ciertas personas.
¿No crees haber perdido un
poco de humanidad?
No, yo soy muy juiciosa. Tengo mucha humanidad, lloro cuando veo
cosas malas que suceden realmente en la vida. He conocido lo que es
gente sádica y que me ha hecho mucho daño. He sufrido yo también
acoso psicológico. Y también, he sufrido algunas cachetadas, sé lo
qué es y no me gusta, pero todo esto me ha levantado hacia arriba.
Yo sé lo que quieren los sumisos y tengo mucho cuidado. Si hubiese
perdido humanidad ya hubiera hecho muchas barbaridades, me han pedido
cada cosa…
¿Cómo qué?
La barbaridad más grande fue la de un señor que quería que le
castrara. Teníamos una sesión de unas dos horas de sado genital muy
fuerte, pero estaba pensando constantemente en que quería ser
castrado. Entonces un día ya cansada de escuchar siempre lo mismo,
le dije que le iba a traer una doctor que se lo iba a hacer. Tenía
pensado gastarle un escarmiento, le dije que a partir de ese momento
no iba a haber ninguna palabra clave, que le iba a dar justo todo lo
que estaba pidiendo y no iba a haber marcha atrás. Pues, se quedó
acojonado. Le dije “Será el día de tu cumpleaños. lo primero
vamos a hacer una gran fiesta y voy a traer una señorita que te va a
hacer compañía y vas a follar como un loco, quiero que te quedes
vacío”. Por supuesto era todo falso, era sólo una trama que
estaba montando. Mi intención era traer a un amigo alemán que
fingiera ser el médico, dormirle y luego que medio atontado viera al
doctor y que se hiciera un lío. Quería que por la mañana se
despertara con pinzas en los testículos para que se creyera que eran
los puntos y para comer le quería dar una tortilla que supuestamente
estaba hecha con lo que le habíamos quitado. Pero cuando le dije que
eran 5.000 euros, se rajó y no se hizo nada.
¿Tus clientes suelen tener
mucho poder adquisitivo?
Hay de todo, a todo el mundo le gusta esto. Hay quien se lo puede
permitir y quien no. Hay quien hace “brico-sado” porque no se
puede permitir otra cosa. Cuando empecé a trabajar en esto, todas
las herramientas me las hacía yo. Mi primer látigo fue un mango de
martillo y un cinturón.
¿Y ahora tienes un estudio?
Ahora tengo un estudio que alucinas...
Si no recuerdo mal, has
salido en muchos programas de tele, ¿verdad?
Sí, he salido en “7 días, 7 noches”, en “Vidas anónimas”,
en “Todo Madrid”, en “Callejeros”, en “La Noria”, en “La
Mesa Redonda” y en muchos más programas que ahora mismo no
recuerdo.
¿Y cómo llegaste a la
notoriedad? Lo
primero gracias a mis sumisos, y después por anuncios en periódicos.
Luego conocí al propietario de Tacones Altos y con él empecé a
enterarme de los festivales eróticos, y Mistress Monic fue la que me
dio el paso.
¿Entonces es por eso que te
llamas Ama Monika?
No, no es por eso. Este nombre me lo pusieron entre los sumisos,
ellos decidieron.
La segunda parte de la
entrevista podéis leerla aquí
https://www.apricots.es/whorehouse-blog/revelations-of-a-bdsm-mistress-part-2
Revelaciones de una Ama del BDSM. Parte II
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